Él llama. Tras su acto de elocuencia social, me recuerda mis fracasos. Arroja en mi cara mis malas decisiones, mis miedos e impotencia. Detiene el curso de su voz para escucharme reconocer mis incapacidades.
-Déjame bregar a mí, dice altivo.
Luego un “bye corazón”, y cuelga el teléfono satisfecho.
Con el alma colgando de un árbol como el cuerpo de Judas tras ganarse unas monedas, sonrío amarga tarareando:
Together we stand, divided we fall.
Sé que esta vez, tampoco bregará.
3.8.07
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